«Chiringuito La Calleja» en Peñacaballera

Este peculiar local se sitúa en el suelo rústico de Peñacaballera, en zona de especial protección natural.
Se trata de una actividad que ha restaurado un suelo muy deteriorado por el anterior uso de una gravera, que se ha reinventado, cultivando las tierras para obtener gran parte de los productos que posteriormente manufacturan, envasan y que también se pueden degustar en el local.

El primer paso fue obtener la Autorización de Uso Excepcional en Suelo Rústico, por parte de la Junta de Castilla y León, documento que fue redactado por el arquitecto D. Román Andrés Bondía.

La actividad, regentada por la familia Valencia Rubio, se dedica a la producción, manufactura, comercialización y degustación de productos alimenticios de producción propia. Es una construcción mayoritariamente de una planta, con una pequeña zona donde son dos plantas. En general, se trata de un edificio central donde se ubican el núcleo de la actividad, con unos almacenes cercanos preexistentes.

El edificio central fue construido a partir de un antiguo almacén de ganado, que fue ampliado para albergar todos los espacios necesarios. Se rige por lo cánones de la arquitectura rústica de la comarca, con la mayor parte de sus elementos ejecutados en madera, con grandes vigas de madera aserrada que dan lugar a una gran sala diáfana, que es la sala de degustación de productos. Aunque el resto del edificio se distribuye en diferentes estancias según las necesidades, la sala central del público es un espacio acristalado con ventanales de madera, algunos de los cuales son carpinterías correderas, lo que en época estival da lugar a ligeras brisas de viento.
Por supuesto, este espacio cerrado se complementa con una terraza exterior, para disfrutar de ella según convenga.

Las cubiertas están ejecutadas con estructura de vigas y viguetas de madera, sobre la que se dispone una tablazón de madera sobre la que se dispuso un aislante y una cubrición de teja curva.

La presencia de la naturaleza se enfatiza exteriormente con la exposición permanente de bonsáis, alrededor del espacio acristalado.

La parcela donde se ubica tiene una ligera pendiente descendiente en sentido este-oeste, lo que proporciona unas maravillosas vistas de la Sierra de Francia, y uno de los mejores lugares para contemplar la puesta de sol sobre la Peña de Francia.

La actividad tuvo sus orígenes junto al casco urbano de Peñacaballera, pero la limitación de espacios y la demanda existente provocaron el traslado de las instalaciones a otro paraje más integrado en la naturaleza.
Esta actividad, a pesar de no tener cabida como tal en la normativa urbanística de la comunidad autónoma de Castilla y León, es lo más parecido que se puede encontrar a los llamados «caseríos» de las tierras asturianas, cántabras y vascas.

Con el traslado a la nueva ubicación, la actividad se centró en retomar los niveles que tenía junto al pueblo. Posteriormente se centraron en el cultivo de productos autóctonos casi desaparecidos, como la «pera de cristal». Otros productos que cultivan y manufacturan son tomates, lechugas, espárragos y otros productos de la huerta. Y cómo no, destacar las maravillosas carnes de ternera, vaca y buey, que podemos degustar. No se puede por menos que mencionar la cecina de vaca, también de producción propia.

Pero no sólo se trata de dar a conocer los productos propios, sino que también dan a conocer al público otros productos de la comarca, como son los derivados de la castaña, provenientes de El Cerro, o el aceite de Lagunilla.

La última aventura ha sido el cultivo de parras, cuyos resultados se esperan pronto en lo que se será la marca «Paso Corto», que ya estamos deseando probar.

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